Señor, Alivia mi alma repleta de dolor que nace de no tenerte.
Pinta el muro de mí corazón, con los colores de tu amor, bendecido entre las naciones.
Ámame con mi pena y y llanto y no permitas que me aleje de ti.
Ten piedad de nosotros, humildes servidores dispuestos para ti.
Alimenta nuestro espíritu con la libertad que meda vivir tú palabra.
Se una sombra resplandeciente entre el maligno y mi senda hacia ti.
Llena la tinaja, de mi ser llena de agua simple, y conviértela en el mejor vino, el más apetecido de tú mano, y sigue siendo mi eterno horizonte.